Devociones madrileñas

NUESTRA SEÑORA DE LA ALMUDENA

Imagen: Catedral de la Almudena

Cuenta la tradición que en el año 38 vino a España el apóstol Santiago a predicar el cristianismo, y al pasar por Madrid -por aquel entonces una muy humilde aldea- dejó aquí a su discípulo San Calócero o Calógero, y con él una imagen de la Virgen que había sido tallada, en vida de Nuestra Señora, por San Nicodemus y pintada por el evangelista San Lucas. Esta imagen, traída de Jerusalén según la leyenda, es la que posteriormente se denominará Nuestra Señora de la Almudena, y, al decir los cronistas más aventurados, su culto se practicó ya desde el siglo I de la era cristiana.

ETIMOLOGÍA Y ANTIGÜEDAD DEL NOMBRE

En la Carta del Otorgamiento del Fuero de Madrid (hacia 1214), la colación de Santa María se menciona así, sin advocación específica alguna. El primer documento que conocemos en el que ya se la nombra como Santa María de la Almudena es un testamento de 1377, citado por Vera Tassis. En 1438, en el voto que la villa hace en honor de la Concepción y San Sebastián, se repite esa misma advocación de Santa María del Almudena.

Con respecto al origen del nombre Almudena, son varias las teorías que han manejado los distintos cronistas e investigadores:

1. Tomando como punto de partida las crónicas de Juan López de Hoyos, hay quienes piensan que cuando los cristianos, temerosos por la próxima entrada de los musulmanes en Madrid, ocultaron la imagen para evitar su profanación, pusieron sendos cirios a sus lados y la cubrieron con un almud -medida de origen islámico para áridos, equivalente en algunos lugares a un celemín y en otros a media fanega-, del cual le derivaría el nombre. Pero, como bien dice Fradejas Lebrero, es difícil creer que antes de conocer a los moros ya se conocieran sus medidas.

2. Otros opinan que la imagen fue hallada junto al almudín o alhóndiga -lonja del trigo- de Madrid, y de ella tomó el nombre. Una inscripción que había, según se dice, a los pies de la desaparecida iglesia de Santa María defendía esta hipótesis.

3. También hay quienes hacen derivar el nombre de Almudena de Alma-Dona, Santa Señora.

4. Para Vera Tassis, el nombre se descifra así:

AL - Alma (virgen en hebreo)
MU - Mater o Mulier
DE - Dei
NA - Natus,
lo cual vendría a significar "Virgen y Madre del Dios Nacido".

5. Sin embargo, la que es sin duda alguna más correcta es la hipótesis que ya apuntó Jaime Oliver Asín, para el cual Almudena deriva "del árabe almudayna, con el significado de ciudadela, indiscutible diminutivo árabe de madina, ciudad", en referencia al recinto árabe en que estuvo situada la iglesia de Santa María la Mayor, tradicional sede de la imagen.

OCULTACIÓN Y HALLAZGO

La tradición acerca de los avatares que sufrió la imagen durante la dominación musulmana es persistente, aunque sea escasamente acorde con la realidad histórica de aquellos siglos. Tras la muerte de Don Rodrigo en la batalla de Guadalete (año 711), el pueblo hispano-visigodo se retira a las montañas cantábricas y, en su huida, va ocultando sus imágenes sagradas para evitar su profanación a manos musulmanas. Los madrileños, en el año 712 -tanto esta fecha como las demás varían según los cronistas-, ocultan en un hueco practicado en la muralla de la ciudad la imagen de Nuestra Señora de la Almudena. El hueco se tapia, y la imagen queda olvidada de todos.

Alfonso VI reconquista la villa en el año 1083, parte a continuación para tomar Toledo, y seguidamente regresa a Madrid. Decide buscar la imagen ocultada y para ello ordena nueve días de ayunos, penitencias y rogativas. El día 9 de noviembre de 1085 se organiza una solemne procesión que, al compás de himnos religiosos y militares, recorre las murallas de la villa en busca de la antigua imagen de Nuestra Señora. Y al llegar a las cercanías de la Puerta de la Vega, situada sobre la actual cuesta del mismo nombre, se desploma un lienzo de la muralla y aparece entre el polvo la sagrada imagen, flanqueada por dos cirios que la habían alumbrado durante cuatro siglos. La imagen, entonces, es trasladada a la vecina iglesia de Santa María para ser venerada por todo el vecindario.

(Hay que recordar, en detrimento de la veracidad de esta tradición, que con anterioridad a la ocupación musulmana no hubo en Madrid muralla alguna, pues la primera existente la construyeron los propios musulmanes, entre los años 852 y 886. La imagen actual de la Virgen de la Almudena, en realidad, es bastante más moderna, de principios del siglo XVI, y las tradiciones sobre su ocultación y hallazgo se elaboraron un siglo después, cuando la efigie fue relanzada como objeto de devoción asociándole un origen legendario y situándola en el lugar más preeminente del templo de Santa María, la capilla mayor, pues hasta entonces había ocupado la pequeña capilla de la Concepción.)

LA IMAGEN

La efigie que conservamos, labrada seguramente a principios del siglo XVI, de estilo renacentista, tiene una altura de 158 cm., y representa a la Virgen de pie, con el Niño desnudo entre sus brazos. Está realizada en madera de pino, y con el tiempo se ha oscurecido hasta tomar un color avellana oscuro. La talla ha sufrido varias modificaciones para poderla acomodar a la moda de las imágenes vestidas, siguiendo la moda barroca; también una serie de restauraciones, siendo las más importantes las realizadas a fines del siglo XIX por Mulle de la Cerda y en 2002 por el Estudio-Taller diocesano.

Izquierda: Grabado del s.XVIII que representa el supuesto hallazgo de la imagen.
Centro: Imagen de Nª Sª de la Almudena. 
Derecha: Imagen publicada por el Sr. Díez Vicario (1935), y érroneamente identificada como Nª Sª de la Almudena.

MILAGROS

Desde muy antiguo fue enorme la devoción que los madrileños sintieron por Nuestra Señora de la Almudena, a la cual nombraban, con motivo de su color, la Morena. La tradición, recogida por Lope de Vega, cuenta que un hombre de esta villa, al cual se le había perdido un esclavo al que estimaba mucho, pidió a un sacerdote de la iglesia de Santa María que intercediese a la Virgen para recuperar el esclavo. Y el sacerdote se inclinó ante la imagen y dijo: "Morena, seis ducados prometen porque parezca el esclavo fugitivo; limosna es que importa a vuestra capilla, y piedad a vuestra devoción: pobre estáis, y como vivís en los fines de la villa, visitada de pocos; haced con vuestro Hijo que parezca este esclavo". Y dirigiéndose al Niño le dijo: "No hay que estarse riendo, sino hacer luego lo que la Morena pide". Al día siguiente, muy de mañana, apareció el esclavo. (Con mucha frecuencia, los milagros que la tradición madrileña atribuye a Nuestra Señora se asignan indistintamente, según los autores, a la de Almudena y a la de Atocha. En este que recogemos, la mención "como vivís en los fines de la villa" se adaptaría mejor a la localización que tuvo la ermita de Atocha y no a la de la iglesia de Santa María, pues ésta siempre estuvo dentro del recinto amurallado.)

Otros dos milagros recogidos por Lope se refieren a San Isidro. En uno de ellos, la madre del santo, cuando estaba cercano el nacimiento de éste, pidió a la Virgen el buen fin de su parto: "Hoy es el postrer día / que a la luna y al sol la Almudena / pedí del parto mío / el fin dichoso que de entrambos fío". En el otro, Nuestra Señora se le apareció al santo, mientras éste faenaba en el campo, para decirle que su hijo había caido a un pozo. Marchó Isidro a su casa, y al llegar vió a la Virgen junto al pozo, con el niño cogido de la mano, sano y salvo.

Hay otras tradiciones que otorgan al rostro de la imagen un carácter enigmático. Durante el siglo XVII era muy frecuente la reproducción en estampas de la divina imagen, y se afirma que por la sola aplicación de estas estampas se producían numerosos milagros. En consecuencia, fueron muchos los pintores -Alonso Cano, Sebastián de Herrera, Juan Carreño, etc.- que reprodujeron en lienzo la efigie, pero ninguno pudo captar perfectamente su expresión, pues, según palabras de Vera Tassis, "al parecer de todos, varía las facciones de un instante a otro". Abundando en lo mismo, una tradición cuenta que la infanta Isabel Clara Eugenia, al casarse en 1599 con el archiduque Alberto y tener que marchar a Flandes, ordenó pintar un retrato de la Almudena para llevarlo consigo. Pero no uno llevó, sino muchos, pues en ninguno de ellos se pudo dar con la expresión exacta de la imagen. Ya en Flandes, todos los españoles que contemplaban los lienzos notaron su falta de parecido con el original, y la infanta envió a España a un famoso pintor holandés, para tratar de conseguir el preciado retrato. Pero, tras varias tentativas, tuvo que rehusar y volver a Faldes con las manos vacías. El rostro de la imagen se negaba a ser reproducido.

PATRONAZGO DE MADRID

Aunque no se conoce documento alguno en el que se designe como patrona de Madrid a Nuestra Señora de la Almudena, la tradición insiste en que sí lo ha sido desde épocas antiguas. Uno de los primeros documentos en la que ya se recoge este patronazgo es una Bula de Urbano VIII -citada por Vera Tassis-, ya en la segunda o tercera década del siglo XVII, en la que se menciona "la Iglesia de Santa María de la Almudena, Patrona de Madrid". El 8 de septiembre de 1646, los regidores acuerdan que "esta Villa vota la asistencia a la festividad de Nuestra Señora de la Almudena, día de Nuestra Señora de septiembre, como es dicho día, perpetuamente para siempre jamás", sin que esto tampoco constituya una declaración formal del patronazgo.

Menciona José del Corral que en estos mismos años, 1643, "con motivo de elegir Patrona para la Villa y Corte, se apasionaron de tal modo los ánimos de los madrileños, que tuvo que acudirse a la fórmula de nombrar patrona de la Villa a Nª Sª de la Almudena, y de la Corte, a la de Atocha". Es este doble patronazgo el que tradicionalmente se ha venido admitiendo sin mayor discusión.

La festividad de Nuestra Señora de la Almudena se celebraba antiguamente el día 8 de septiembre. Desde 1948, con motivo de su coronación canónica, la festividad de trasladó al 9 de noviembre. 


NUESTRA SEÑORA DE LA ANTIGUA

Iglesia de Nª Sª de Atocha

El licenciado Jerónimo de Quintana menciona dos advocaciones marianas con este mismo nombre. Una la sitúa en la iglesia de San Nicolás, y podría haber aparecido a vueltas del año 1300, "abriendo los cimientos para hazer vna Capilla muy antigua, que está a los pies deste Templo a la parte de la Epístola, que es de los Luzones, en donde estuuo muchos años, lo qual consta de vnas alegaciones en el pleito que puso el dueño della por auer sacado de allí la santa Imagen, y subídola al altar mayor".

La de antigüedad mejor probada, sin embargo, es la que se veneraba en la iglesia de Atocha, que el mismo licenciado describe con "el ropage muy bien labrado, sentada en vn trono de la misma pieza con su soberano Hijo sentado en sus rodillas entre los brazos de la Madre, algo más alta que la nuestra Señora de Atocha; el vestido a lo antiguo, y el calzado puntiagudo, como le vsaba la nobleza de los Godos. Era de tan gran reuerencia, (...) que estaua toda vestida de vn manto de plata". Su altar estaba en la capilla mayor de la ermita, y hasta él "venían los fieles en gran concurso a visitarla (...), y no sólo los vezinos de Madrid, sino también los lugares de la comarca". En 1523, cuando los religiosos de Santo Domingo se hicieron cargo del santuario, se decidió que la Virgen de Atocha presidiera en solitario el altar mayor, por lo que la imagen de Nuestra Señora de la Antigua se trasladó a la sacristía -"venerándola las mugeres desde la puerta por no poder entrar dentro"-; al cabo de unos años volvió a mudarse, esta vez "al dormitorio alto, (...) en donde la gente de la tierra, especialmente los de Vallecas, (...) todas las vezes que passauan, yendo y viniendo por el camino la saludauan". Finalmente, fue colocada "en el oratorio de la casa de nouicios", donde todavía se encontraba en los años centrales del siglo XVII.

La mención documental más antigua que conocemos data de 1466, con motivo de la renuncia que hizo Diego Martínez de Zamora, secretario de Enrique IV, de su renta de 4.000 maravedís de la martiniega, destinándolos a la dotación de una capellanía perpetua en la capilla de Nuestra Señora de la Antigua. En 1487, el patronazgo de esta capilla pasó a Francisco Ramírez de Madrid.


NUESTRA SEÑORA DE ATOCHA

Imagen: Basílica de Nª Sª de Atocha

El origen de la imagen de Nuestra Señora de Atocha, según lo cuenta la tradición, es muy similar al de la Almudena. La trajeron, se dice, los discípulos del apóstol Pedro desde Antioquía, para alentar el naciente cristianismo en la región carpetana. La tradición sigue contando que fue tallada por Nicodemus, todavía en vida de la Virgen, y pintada por san Lucas. Sea como fuere, todos los cronistas se muestran conformes en aceptar para su devoción un origen antiquísimo, y remontan sus primeros momentos de culto "a la oscuridad de los primeros siglos del Cristianismo".

EL HALLAZGO DE LA IMAGEN

Cuenta la tradición que allá por el siglo VIII fue alcaide de Madrid el noble caballero Gracián Ramírez, el cual, con su mujer y dos hijas, se retiró a Rivas de Jarama ante la invasión musulmana. Por aquellos tiempos -sigue narrando la tradición- existía una muy antigua ermita en los arrabales de la villa -quizá en la vega madrileña, cerca del río Manzanares, en el lugar denominado Santiago el Verde-, en la que se veneraba una imagen de Nuestra Señora de la que era muy devoto el alcaide madrileño; razón por la cual, aun estando la villa dominada por los musulmanes, hacía Gracián furtivas visitas a la ermita. En una de éstas vio que había desaparecido la imagen y se aprestó a buscarla, ofreciendo levantar una nueva en el mismo lugar en que la encontrara. Al poco tiempo la descubrió en unos atochares cercanos -donde actualmente está la basílica-, y, reuniendo a sus gentes, se dispuso a cumplir su ofrecimiento. Los moros, sin embargo, advertidos de la obra que se llevaba a cabo, pensaron que los cristianos se estaban fortificando, y cercaron la ermita en construcción.

Gracián Ramírez, consciente de la aplastante superioridad de los sitiadores, y temeroso por el destino que, sin duda, correrían su mujer e hijas, decidió quitarles la vida él mismo, y con su propia espada segó sus cabezas, dejando degolladas a las tres mujeres al pie mismo del altar. En aquel momento, grandes resplandores y rayos cegaron a los musulmanes, que, sorprendidos por la inesperada y misteriosa ayuda recibida por los cristianos, se retiraron en tropel atropellándose unos a otros. La victoria cristiana fue completa, y todos se aprestaron a dar gracias a Nuestra Señora. Al llegar a la ermita, Gracián vio con asombro a su mujer e hijas arrodilladas frente al altar, sanas y salvas, con unos hilos encarnados en el cuello, en el mismo lugar donde él les había propinado el mortal golpe de espada. Estos hechos, finaliza la leyenda, ocurrieron en el año 720, siendo Papa Gregorio II.

ETIMOLOGÍA Y ANTIGÜEDAD DEL NOMBRE

Según Quintana, siguiendo a Pereda, ya en el año 665 ó 666 se documenta la advocación Atocha en una carta de San Ildefonso, y en 1085 el arcipreste Juliano la nombra como Virgen de Antiochía: todo ello invención nacida de los falsos cronicones. Sí es cierto, en cambio, que en 1148, en una Bula del Papa Eugenio III se menciona la Ecclesiam sancte Marie de Antochio. Y en el Fuero de Madrid, en 1202, se cita el arroyo y prado de Toia o Tocha, los cuales, aunque topónimos, es de suponer que se aplicasen también a la ermita y Virgen que en ese lugar se asentaban.

En cuanto al nombre Atocha, varios son los orígenes que le atribuyen los historiadores:

1. La mayoría de los autores coinciden en hacerlo derivar de Antioquía, lugar de origen de la imagen según la leyenda. Del latín antiochía, pasando por antiocha, se habría llegado finalmente al actual atocha.
2. Para otros, deriva de Teotokos, Madre de Dios en griego. Con motivo de la herejía de Nestorio en el siglo V, que negaba la maternidad divina de la Virgen, la Iglesia, tras condenar dicha herejía, ordenó grabar en muchas de las imágenes existentes el nombre de Madre de Dios en lengua y caracteres griegos. Para estos autores, al pie de la silla o trono de la imagen existen grabadas unas letras griegas T y O, posible resto de la palabra Teotokos. La evolución, según esta hipótesis, habría sido Teotokos - Teotoka - Toca - Tocha - Atocha. Tal teoría, sin embargo, elude el hecho cierto de que la imagen no pudo haberse labrado en fecha anterior al siglo XI.
3. La tercera teoría, que al menos no incurre en anacronismos ni en fabulaciones, asegura que la imagen recibió el nombre por haber sido encontrada en un atochar o campo de esparto, denominándose por ello en un primer momento Nuestra Señora del Atochar. La voz atocha podría derivar, así, de la prerromana tautia y la mozárabe tauca, origen de varias formas gallegoportuguesas (touza), leonesas y aragonesas (toza), con el significado de "mata, matorral", "arranque del tronco de una planta".

LA IMAGEN

Afortunadamente, la imagen que todavía se conserva es la primitiva. Se trata de una talla de madera "muy dura e incorruptible", con una altura aproximada de 60 cm, que representa a la Virgen sentada sobre un pequeño asiento sin respaldo, con el torso erguido, las rodillas ligeramente separadas y la mirada dirigida hacia delante. El rostro se muestra hierático, los ojos son almendrados y los rasgos angulosos, con un evidente aspecto oriental. El niño se sienta sobre su pierna izquierda y dirige su mirada también al frente. Los vestidos están tallados en el mismo bloque de madera. Ambas figuras van tocadas con una tosca corona, casi un turbante; ella sostiene una manzana en su mano derecha, y él un libro cerrado en la izquierda.

Los vestidos y coronas que han cubierto a la imagen en distintas épocas han sido simples añadidos que se han superpuesto a ella con fines decorativos, pues, como ya se ha dicho, Nuestra Señora de Atocha tiene su propio ropaje labrado en el mismo bloque de madera.

De izquierda a derecha: 1: Diosa Madre (terracota micénica, s.XIV-XIII a.C.). 2: Diosa Madre (cultura nurághica, Cerdeña, s.VI a.C.). 3: Isis dando de mamar a Horus (Egipto, s.I a.C.). 4: Nª Sª de Atocha (Basílica de Nª Sª de Atocha).

La talla coincide en todas sus características con la tipología genérica de virgen negra que los monjes benedictinos y cistercienses introdujeron con profusión en Europa durante los siglos XI y XII. Estas imágenes medievales recuperaron la vieja imaginería religiosa que siempre había acompañado a los cultos ancestrales a la fertilidad materializados en la Diosa Madre, repitiendo unos caracteres formales que se han mantenido básicamente inalterados durante veinticinco siglos.

MILAGROS

Varios son los milagros atribuidos a nuestra Señora de Atocha que Alfonso X el sabio salvó del olvido recogiéndolos en sus Cantigas. En la 289 -"Como Santa María de Tocha guariaú un laurador, que andaua segando, en día de San Quirez, que se lle cerraron os punos ambos"- cuenta cómo un labrador al que por no respetar la fiesta dominical se le cerraron las manos sin que pudiera abrirlas, pidió perdón arrepentido a la Virgen de Atocha, y al fin pudo abrirlas. El segundo milagro que recoge, en la Cantiga 315 -"Esta e como Santa María guareceu en Tocha, que e cabo Madride, un menyno que tijnna hua espiga de trijgo no uentre"-, es el de un niño que se ahogaba con una espiga que se había tragado. Su madre le condujo ante la Virgen de Atocha, y el niño quedó libre de la espiga que le causaba la muerte.

Otro de los milagros que la tradición nos ha transmitido ocurrió en 1374, durante las Cortes celebradas en Burgos. Por Madrid asistió como procurador Diego Fernández de Gudiel, el cual, involuntariamente, se vio mezclado en la muerte de Sancho, hermano del rey Enrique II. Éste, lleno de furor, hizo prender a seis de los procuradores, entre ellos Diego, y los condenó a muerte. El madrileño, entonces, se encomendó a Nuestra Señora de Atocha, prometiéndole que si se libraba de la muerte volvería desde Burgos hasta Madrid, descalzo y con traje de ajusticiado, a dar gracias en la iglesia de Atocha. Camino ya del cadalso, Enrique se compadeció de los condenados, y perdonó a todos. Don Diego, agradecido a su Virgen, cumplió la promesa y volvió a Madrid atadas las manos con una soga que le pendía del cuello; ya en el templo de Atocha, ofreció a la Virgen la soga, que allí permaneció varios siglos colgada de la pared.

DEVOCIÓN REAL

Desde muy antiguo fue notoria la devoción que los monarcas castellanos tuvieron a Nuestra Señora de Atocha. Se dice que Alfonso VI, tras conquistar la villa, ordenó colgar en su ermita el pendón real y el de los musulmanes, y que ambos todavía continuaban allí en el siglo XVII. El emperador Carlos V, en 1525, oyó misa ante la Virgen, acompañado por toda la Corte, para dar gracias por la victoria de Pavía, y repitió idéntica ceremonia tras la victoria de Túnez y Argel. Felipe II fue también un gran devoto de la Virgen de Atocha y se declaró decidido protector del santuario; se cuenta que decía de ella, cuando algún cortesano la llamaba Patrona de Madrid: "No es Patrona de Madrid, sino de todos mis Reinos". Tras la batalla de Lepanto, vino a la villa y aquí se cantó un solemne Te Deum en acción de gracias; ante el altar de la Virgen se colocaron las banderas cogidas a los turcos y el estoque que llevó en la batalla don Juan de Austria. El hijo y sucesor del monarca, Felipe III, aceptó formalmente el Patronato de Atocha por parte de la Casa Real, estipulando las condiciones del mismo y ordenando labrar y colocar en la capilla de la Virgen las armas reales. La devoción se mantuvo en todos sus sucesores, y se dice que Felipe IV llegó a visitar la imagen 3.400 veces. Una y otra vez el santuario ha sido el lugar en el que los monarcas ofrendaban los trofeos de su victorias militares y solicitaban mediación divina para sus empresas.

PATRONAZGO DE MADRID

Tradicionalmente se ha considerado a Nuestra Señora de la Almudena como patrona de la Villa, mientras que la de Atocha lo era de la Corte. No ha quedado constancia de ningún documento en que se formalice tal decisión, pero la tradición insiste en ello. Así, Mesonero Romanos escribe que "sobre este título de patrona de Madrid, con que es apellidada alternativamente esta imagen (Atocha) y la de Nuestra Señora de la Almudena, también han entablado grandes controversias los escritores; pero de ellas puede deducirse que en los pasados tiempos y hasta la venida de la corte, la de la Almudena, era la designada generalmente por patrona de la Villa, y por lo tanto la de Atocha se sobreentiende serlo de la Corte".

La festividad de Nuestra Señora de Atocha se celebra el primer domingo de octubre.


NUESTRA SEÑORA DE LA ESTRELLA

Iglesia de San Miguel de los Octoes

Era una imagen "de bara y media de alto, muy antigua, a quien llaman la madre de Dios de la Estrella", que se veneraba en la capilla que Ruy Sánchez Zapata -copero del rey Juan II- y Constanza de Aponte, su esposa, tenían en la iglesia de San Miguel de los Octoes. Dice la tradición que obraba grandes prodigios en las batallas, uno de los cuales "fue, que saliendo vno de sus antecesores -de Ruy Sánchez Zapata- de la batalla (en la guerra que contra los Moros de la Andaluzía hazían sus Reyes) todo cubierto de flechas tocadas con yerua, milagrosamente le libró nuestra Señora, por encomendarse a ella en esta Santa Imagen. Comprueua este milagro vna pintura antigua que huuo, en donde se vía pintado este cauallero lleno de flechas hincado de rodillas delante della".


NUESTRA SEÑORA DE LA FLOR DE LIS

Imagen: Cripta de la catedral de Nª Sª de la Almudena

En 1623, en la antigua iglesia de Santa María la Mayor, se decidió trasladar la imagen de Nuestra Señora de la Almudena desde la pequeña capilla en la que se encontraba hasta el altar mayor. Con este motivo, y para acomodarla mejor, fue necesario quitar unos tableros del retablo, y al hacerlo apareció detrás de ellos, pintada al fresco en el muro, una imagen de Nuestra Señora. Tras colocar la imagen de la Almudena, la pintura volvió a quedar oculta detrás del retablo. Unos años después, en 1638, los arquitectos de Felipe IV trasladaron este trozo de muro a los pies de la iglesia, sobre la escalerilla de la puerta, donde comenzó a recibir culto. El primer domingo de agosto de aquel año se le puso el nombre de la Flor de Lis. En 1834 fue trasladada a una de las capillas del templo. Tras la demolición de éste en 1868, se mudó a la contigua iglesia del Sacramento, donde permaneció hasta 1911, fecha en la que fue colocada en la cripta de Nuestra Señora de la Almudena, en el mismo altar que actualmente ocupa.

En la pintura, que ha sufrido muchas restauraciones, la Virgen aparece sentada, sosteniendo al niño en su rodilla izquierda, y con una flor de lis en la mano derecha, detalle que fue el origen de su nombre. Tiene el rostro ovalado, la nariz aguileña y los ojos almendrados, mirando al frente; el vestido es verde, y el manto, blanco con forro encarnado. Está enmarcada bajo un arco ojival angrelado, y a sus pies aparece pintada una cruz de Calatrava rodeada por un círculo dorado, distintiva de esta orden militar fundada en 1164. El Niño sostiene una gran esfera con la mano derecha, y adelanta la izquierda en actitud de bendecir.

La imagen, por las características que se han descrito, parece datar del siglo XIII, lo cual la convierte, después de la de nuestra Señora de Atocha, en la imagen religiosa más antigua que se conserva en Madrid.

(Dada la muy dudosa antigüedad del culto a la Almudena -tal como se expresó en líneas anteriores-, lo más razonable es suponer que la presidencia del templo primitivo de Santa María la ostentara esta Virgen de la Flor de Lis.)


SAN ISIDRO LABRADOR

Restos: Real Colegiata de San Isidro

Isidro Labrador, en palabras del licenciado Quintana, "fue natural de Madrid (...). Nació a buelta de los años de mil y ochenta -1082 según otros autores-, quando aún esta Villa era de Moros (...), siendo Alcaide de Madrid Tariph, hijo de Hiscén, nieto del Rey Almenón (...). Fue hijo de padres Christianos Mozárabes". Probablemente nació en el barrio de San Andrés, mozárabe en aquel entonces, pues la tradición asegura que perteneció a esta feligresía.

(Matilde Fernández Montes [1999 y 2001] ha buscado en el Códice de Juan Diácono pistas que permitan situar en su contexto histórico la figura legendaria de Isidro, campesino mozárabe o mudéjar de posible origen bereber que ella entiende como claro modelo de sincretismo religioso medieval; también se hace eco esta autora de los interrogantes que plantean sus restos mortales, cuyas características parecen haber variado a lo largo de los siglos.)

Izquierda: S. Isidro y Sta. María de la Cabeza. Derecha: San Isidro Labrador (aguafuerte de Goya).

FUENTES Y POZOS

Su primer oficio fue el de constructor de pozos y cuevas, al servicio de la familia Vera, cuyas casas estaban situadas en el lugar donde luego se edificaría la Colegiata de San Isidro, y en cuyo solar se ha encontrado un pozo atribuido al santo. En este sentido, son numerosos los milagros que se le atribuyen en los que, de forma milagrosa, encuentra agua tocando con su bastón el suelo o las rocas, o rescata de ella a su propio hijo, que había quedado atrapado en el fondo de un pozo, haciendo subir las aguas hasta el brocal sin esfuerzo alguno. Todo ello parece indicar su profundo conocimiento del complejo sistema de aguas subterráneas -naturales o encauzadas en los llamados viajes de agua musulmanes- que horadaba el subsuelo de la villa y sus alrededores, obtenido quizá gracias al contacto directo con alarifes y zahoríes musulmanes, convecinos suyos en aquel Madrid apenas reconquistado por Alfonso VI.

Izquierda sup.: Museo de San Isidro, donde se encuentra el pozo del milagro. Izquierda inf.: Pozo de San Isidro (Colegiata de San Isidro). Derecha: Fuente del Santo (ermita de San Isidro).

 1. Una de esas fuentes, multitudinariamente visitada durante la festividad del santo, todavía se conserva en su ermita, junto a la pradera de San Isidro (paseo del Quince de Mayo, 62). Data del año 1150, y tiene fama de milagrosa: según la leyenda, en una mañana muy calurosa la hizo manar San Isidro, golpeando con el bastón en una roca pelada, para dar de beber a su amo Iván de Vargas.
2. En los bajos de la Real Colegiata de San Isidro, calle de Toledo nº 37, debajo de la capilla de la Inmaculada, se conserva uno de los pozos que la tradición atribuye al santo, en lo que fue solar de las casas de los Vera. El acceso, mediante una galería con trampilla, se realiza desde la calle de la Colegiata y desde la propia capilla.
3. También se conserva el pozo en el que, según la tradición, Isidro rescató a su hijo Illán de morir ahogado. El pozo tiene una profundidad de unos 27 metros, más unos 3 de agua potable; está situado en el actual Museo de San Isidro (plaza de San Andrés, 2), lugar en el que estuvieron las casas de los Vargas y luego el palacio de los condes de Paredes; en aquéllas se cree que vivió y murió el santo.

ISIDRO LABRADOR

Muertos ya sus padres -siempre al decir de la tradición- y con ocasión del cerco que pone al Alcazar madrileño el rey de los almorávides, Alí Ibn Yusuf, alrededor del año 1109, Isidro huye de la ciudad, al igual que otros muchos habitantes, refugiándose en Torrelaguna. En este pueblo obtiene trabajo como mozo de labranza, y aquí se casa con la doncella María Toribia -luego también santificada, con el nombre de Santa María de la Cabeza-, trasladándose después a vivir a la alquería de Caraquiz, donde toma a renta parte de las heredades de un vecino de Torrelaguna.

En unas tierras que trabaja, próximas a Talamanca, conoce ocasionalmente al propietario, el hidalgo Iván de Vargas, con quien acuerda regresar a Madrid para ocuparse de sus tierras; al efecto, se traslada el matrimonio, acomodándose en las casas de su nuevo patrón, que posteriormente pertenecerían a los Lujanes y a sus descendientes los Condes de Paredes, y hoy albergan el Museo de San Isidro.

CAPILLAS Y DOMICILIOS DEL SANTO

En el recinto medieval de Madrid la tradición sitúa diversos lugares en los que se supone que vivió o trabajó el santo:

1. Capilla de San Isidro: C. del Águila, 1. La tradición cuenta que en una casa anterior a la actual nació y vivió San Isidro. En el presente, alberga a la Cofradía de la Sacramental de San Isidro.
2. Capilla de San Isidro, más conocida por la "cuadra", en el Pretil de Santiesteban, 9. En ella se dice que San Isidro guardaba el ganado de su amo Iván de Vargas. A principios del siglo XVII se construyó allí una capilla para perpetuar la memoria del santo.
3. Capilla de San Isidro. Museo de San Isidro. La capilla de la actual "Casa de San Isidro" fue construida a principios del siglo XVII sobre el lugar en el que, según la tradición, vivieron San Isidro y Santa María de la Cabeza, en dos pequeñas habitaciones pertenecientes al palacio de su patrón Iván de Vargas. La capilla fue reformada en 1663 y después de nuevo entre 1783 y 1789, época de la que data su decoración actual. Se piensa que es aquí donde murió el santo.

MUERTE, ARCA Y CANONIZACIÓN

- 1172: Al decir de la tradición, muere Isidro el 30 de noviembre de este año, con aproximadamente 90 de edad, y es sepultado en el cementerio de San Andrés, parroquia de la que era feligrés.
- 1212: Cuarenta años después de su muerte, se descubre su cuerpo incorrupto de la manera que relata Quintana: "(...) en tiempo de lluuias, el arroyo de agua que corría sobre el sepulcro deste fiel sieruuo suyo, por estar enterrado fuera de la Iglesia, se entraua dentro, y casi llegaua a descubrir su santo cuerpo, no permitió que miembro alguno, ni cabello suyo pereciesse. Por lo qual, por ordenación diuina se apareció el glorioso Santo vna noche (...) a vna piadosa muger (...), auisándola que era voluntad de Dios que el pueblo trasladasse su cuerpo del lugar donde estaua enterrado, dentro de la Iglesia de S. Andrés; a lo qual, como la buena muger diesse crédito, dio cuenta de lo que le auía passado, a quien la intimaron la diesse; (...) todos vnánimes y conformes, assí el Clero, como todo el pueblo, fueron en processión al lugar donde estaua enterrado primero día de Abril, que aquel año fue Domingo de Quasimodo de mil y dozientos y doze. Cabaron, y descubriendo la sepultura (...), hallaron el bendito cuerpo entero y sano, y sanas y enteras las mortajas, echando de si vn suaue olor de incienso". Tras el hallazgo, su cuerpo es trasladado al interior del templo, "cerca del altar de los bienauenturados Apóstoles, en vn nueuo y decente sepulcro".

En esta capilla de la iglesia de San Andrés es donde, según varios cronistas, le visitó el rey don Alfonso VIII, y declaró, al ver las facciones conservadas del santo, que aquél era el mismo milagroso pastor que se le habla aparecido y conducido su ejército por las asperezas de Sierra Morena la víspera de la batalla de las Navas de Tolosa. Atribuyen también a esta visita del mismo monarca el origen del arca de madera, cubierta de cuero, en que se encerró el cuerpo del santo. Se apoyaba sobre tres leoncillos de piedra, y su cubierta de cuero policromado representaba diversas escenas de la vida del santo. El arca que hoy se conserva en la Catedral de la Almudena, que es la reproducida en la foto, corresponde estilísticamente al tercer cuarto del siglo XIII, y es algo posterior, por lo tanto, al reinado de Alfonso VIII.
- 1346: Hay constancia (carta de Alfonso XI transcrita por Timoteo Domingo Palacio) de que en este año fue exhumado el cuerpo del santo, a instancias del propio Concejo madrileño, aunque desconocemos más detalles.
- 1535: Francisco de Vargas, consejero de los Reyes Católicos y de Carlos V, construye la Capilla del Obispo (plaza de la Paja nº 9), para albergar en ella el cuerpo de San Isidro, que permanecerá allí 20 años.
- 1555: El cuerpo del santo se traslada a la iglesia de San Andrés.
- 1619: San Isidro es beatificado por Paulo V el 14 de junio, fijándose la celebración de su fiesta el día 15 de Mayo.
- 1621: Se dispone que el día de su festividad sea fiesta de precepto en Madrid.
- 1622: El 12 de marzo, Gregorio XV canoniza a San Isidro. Sin embargo, la muerte del Pontífice obliga a retrasar la expedición de la Bula de Canonización (Rationi Congruit) hasta el 4 de junio de 1724, fecha en que será firmada por Benedicto XIII.
- 1669: El cuerpo del santo es trasladado a la Capilla de San Isidro, en la costanilla de San Andrés, construida expresamente con tal finalidad; la capilla estaba contigua a la iglesia de San Andrés, pero quedaba separada físicamente de ella mediante una reja.
- 1769: El cuerpo de San Isidro y las reliquias de Santa María de la Cabeza son trasladadas al altar mayor de la iglesia del Colegio Imperial -en la calle de Toledo-, que pasa a denominarse Real Iglesia de San Isidro, y posteriormente (1788), Real Colegiata de San Isidro.
- 1960: El Papa Juan XXIII extiende el patronazgo de San Isidro a los agricultores y campesinos españoles por la Bula Agri Culturam, expedida en Roma el 16 de diciembre de 1960.

LOS RESTOS DEL SANTO

El cuerpo incorrupto de San Isidro continúa en la actualidad depositado en la Real Colegiata de San Isidro, y en ocasiones especiales se procede a la apertura del sarcófago que lo alberga, para ser expuesto a la vista de los fieles. Así ocurrió en 1922 (tercer centenario de su canonización), 1969 (trescientos cincuenta aniversario de su beatificación), 1972 (octavo centenario de su muerte), 1982 (noveno centenario de su nacimiento) y 1985 (primer centenario de la erección de la diócesis de Madrid-Alcalá).


 

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2 comentarios

  1. Interesantísimo artículo. ¿Cuál es la fuente que indica que la fotografía que publicó Díez Vicario sobre la supuesta Almudena no es ella sino la Virgen de Atocha? ¿Por qué se supo que era un error? Gracias!

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  2. Muchas gracias por la valoración. La fotografía aparece en el Blanco y Negro de 10 de noviembre de 1935, con el pie "Madrid. La Virgen de la Almudena", e ilustrando un artículo de V. de Díez Vicario sobre dicha Virgen. Yo tuve noticia de ella en un artículo de José Fradejas Lebrero sobre la dicha Virgen, de 1959. Fradejas analiza las diferencias que presenta esa talla con todas las demás representaciones e imágenes de la Almudena, y señala las muchas analogías con la imagen conocida de la Virgen de Atocha, aunque sin llegar a afirmar que la foto corresponda a ésta.
    La verdad es que la foto concuerda bastante bien con los detalles de la talla de Atocha, aunque habría que disponer de otras vistas para estar seguros. Si no es la de Atocha, es otra casi idéntica. Lo que yo descarto es que sea efectivamente la supuesta imagen original de la Almudena.

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