La cerca del Arrabal

Esta tercera cerca que tuvo Madrid, la a veces mal llamada "muralla" del arrabal, se construyó probablemente en el año 1438 con motivo de una epidemia de peste que asoló la villa: además de la construcción de un hospital para apestados junto a la Puerta de Guadalajara (futuro Hospital del Buen Suceso), se levantó una cerca que englobaba los arrabales ya parcialmente urbanizados e impedía la entrada indiscriminada de nuevos contagiados. Su carácter, pues, no era defensivo sino meramente sanitario y administrativo. Sea o no aquélla la fecha de la construcción, sus portillos -abiertos, como era de esperar, sobre las vías naturales de comunicación con los lugares de la comarca- están ya documentados entre 1478 y 1502.

La cerca del arrabal.
1, 1': Puerta de Toledo. 2: Puerta de Atocha. 3: Puerta del Sol. 4: Postigo de San Martín. 5, 5': Puerta de Santo Domingo.

Es probable que la cerca naciera junto a la puerta Cerrada, y que su trayecto no discurriera más abajo de la actual calle de la Concepción Jerónima, pues todo el terreno que había al sur de ella era prácticamente un descampado en esa primera mitad del siglo XV. Su ampliación hasta la ermita de San Millán y calle del Duque de Alba debió completarse en el primer cuarto del siglo XVI: cuando en septiembre de 1520 el Concejo, con motivo de la guerra de las Comunidades, decidió cercar con tapia todo aquel sector, ordenó «que las personas que tienen corrales hazia el ospital de la Latina e Tocha e otras partes questán fuera en el arraval, los tapien e cerquen», disposición que da a entender que en esa fecha ese sector del arrabal no estaba todavía totalmente cercado. La tapia discurría luego por las calles de Carretas y Carmen y se cerraba por el norte dejando fuera -quizá- al monasterio de Santo Domingo, que seguramente disponía de cerca propia.

PORTILLOS

La cerca se abría al camino de Toledo en un primer portillo, documentado en 1478 como puerta de San Millán, por su cercanía a la ermita de igual nombre. La mención, ya en 1502, de la puerta de Toledo -«los príncipes, nuestros señores (Juana y Felipe) vienen muy presto e desde aquí han de ir a Toledo por la calle grande de la plaza a la puerta de Toledo»- nos hace suponer que aquella denominación fue pronto sustituida por la que luego perduraría en el tiempo.

Al alcanzar la plaza de Jacinto Benavente se abría la puerta de Atocha, mencionada por primera vez en 1496 como puerta de Tocha; el camino que por ella pasaba conducía al prado y fuentes de Atocha. Intramuros, entre dicha puerta y la Plaza del Arrabal (luego, Mayor), quedaba el arrabal de Santa Cruz.

La cerca tomaba luego la curva descendente de la calle de las Carretas hasta llegar, en su encuentro con la prolongación de la calle Mayor, a la puerta del Sol. Entre ésta y la de Guadalajara se situaba el arrabal de San Ginés. La Puerta del Sol aparece documentada por primera vez, con ese mismo nombre, en 1478. Se abría en el camino de Guadalajara y Alcalá, prolongando el importante eje de crecimiento Puerta de Santa María - Puerta de Guadalajara, y a su salida había un muladar o estercolero. Su nombre aludiría, con toda seguridad, a su orientación al oriente, y no al supuesto sol que se pintó en lo alto de ella durante la guerra de las Comunidades, pues ésta tuvo lugar más de cuarenta años después de que ya se denominara de esa forma. En 1502, la puerta se engalanó y amplió con motivo del recibimiento a los príncipes doña Juana y Felipe el Hermoso: «Acordaron quel mayordomo haga la Puerta del Sol tapiada e almenada y la puerta grande que quepan dos carretas juntas». Se reformó nuevamente en 1538, construyéndola con ladrillo y cal, con «un cimiento en todo lo ancho de la calle, de tres pies de grueso y de media vara de alto», y con seis almenas en lo alto. Fue definitivamente derribada en los últimos años del siglo XVI o primeros del siguiente; en el plano de Frederic de Wit, de 1635, ya no aparece.

Recreación hipotética de la Puerta del Sol tras la reforma de 1538, de acuerdo con los datos que aporta la documentación.

Tras la puerta del Sol, la cerca buscaba el contorno exterior del arrabal de San Martín; el postigo de San Martín se abría frente a la embocadura de la calle actual del mismo nombre. El último de los accesos era la puerta de Santo Domingo -documentada en 1496-, desde donde la tapia enfilaba al suroeste para unirse de nuevo con la muralla cristiana en las inmediaciones de la plaza de Isabel II.


 

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