Mudéjares

COMPOSICIÓN DE LA ALJAMA

La primera referencia documental a los mudéjares madrileños es ya muy tardía, pues ocurre en el Fuero de 1202. Sin embargo, es posible que más de un siglo antes, tras la capitulación de 1085, un exiguo grupo de musulmanes no conversos, todos ellos campesinos o artesanos de bajo nivel socio-económico, optara por permanecer en la villa, tal como ocurrió en otros lugares del reino toledano. El resto de ese colectivo, y con toda seguridad los estratos superiores de la población islámica madrileña (militares, administrativos y religiosos), sí habría optado por abandonar la villa para dirigirse a los reinos de taifas vecinos. El reducido colectivo inicial que se quedó en Madrid iría incrementándose a lo largo del siglo XII con la llegada de cautivos musulmanes (obtenidos como botín por las milicias madrileñas en combates fronterizos) cuyos descendientes iban alcanzando, con el paso de los años, la completa emancipación de sus señores.

De esa forma, la población islámica madrileña quedó formada por tres grupos bien diferenciados: los mudéjares (descendientes, sin convertir, de los musulmanes que no abandonaron la villa), los cautivos (musulmanes esclavos, obtenidos como botín de guerra) y los libertos (cautivos que se habían emancipado de sus señores pero que todavía mantenían vínculos con ellos). En estos primeros momentos, la comunidad mudéjar carecería todavía de cualquier tipo de organización jurídico-administrativa.

LA MORERÍA VIEJA

Todos estos musulmanes se concentraron mayoritariamente en la ladera sur del vallejo de San Pedro, entre el Pozacho y la plaza de la Paja, formando un barrio propio que luego se conocería como Morería Vieja; allí tuvieron su mezquita (situada «en lo alto del Pozacho, en la perrocha de Sant Andrés»), baños (explotados a mediados del siglo XIV por doña Xançi), carnicería (para abastecer en exclusiva a los miembros de la comunidad) y casa de las bodas. El trazado laberíntico del lugar y sus calles estrechas y tortuosas mantuvieron intacto su carácter peculiar hasta la segunda mitad del siglo XIX. El cementerio musulmán se encontraba sobre la actual plaza de la Cebada, a la salida de la puerta de Moros.

La Morería Vieja persistió como tal al menos hasta 1502, fecha del edicto de expulsión. De cualquier modo, esta segregación de los mudéjares en un barrio propio no fue rígida y absoluta en ningún momento de toda la Edad Media: hubo mudéjares afincados en otras colaciones (San Pedro, San Salvador, San Nicolás, San Miguel de los Octoes y Santa María, así como en los arrabales), al tiempo que no faltaron cristianos y judíos que habitaran en la zona mudéjar de la ciudad.

LA MORERÍA NUEVA

El colectivo musulmán se constituyó en aljama presumiblemente en el siglo XIII: en ella, la autoridad máxima y juez era el alcalde (lo fueron en Madrid don Mahomad, maestre Hamete, maestre Abrahem...), al que acompañaban como asesores o expertos los alfaquíes (en Madrid, Alcahen, don Abraham...).

Desde mediados del XIV, al tiempo que la aljama alcanzaba su plenitud, muchos de sus miembros (seguramente los más acomodados) fueron abandonando la antigua Morería para afincarse por todo el resto del solar madrileño, mezclándose con la población cristiana: un siglo después ya había una importante concentración de ellos en la denominada Morería Nueva, entre la entonces plaza del Arrabal (hoy Mayor) y la puerta Cerrada, a ambos lados del camino hacia Toledo.

Durante la segunda mitad del siglo XV el tamaño de la aljama madrileña fue disminuyendo, y a finales de dicha centuria su población rondaba los 250 habitantes. Sin que fuera la única causa de ello, sabemos que en 1488 nuestra villa fue asolada por la peste, y la comunidad musulmana vio reducida su población a la mitad, pues «con la pestilencia se murieron muchos e otros se an ido a lugares de señorío», y «después acá (...) se an muerto e ydo más de la meytad de los moros que avía en la dicha aljama».

EL APARTAMIENTO DE 1481

Las leyes que se dictaron en 1481 para que los judíos viviesen separados del resto de la población afectaron también a los musulmanes, que fueron obligados a vivir en una morería aislada, situada junto a su almagil o mezquita. Muy probablemente se trataba se trataba de la misma Morería Vieja ya comentada, aunque es posible que también la Nueva entrara dentro de tal categoría de barrio aislado, pues en un acta concejil de 1482 se habla de «sus apartamientos».

Los mudéjares fueron, en conjunto, menos perseguidos que los judíos, pero sufrieron el mismo aislamiento y marginación que ellos. Los musulmanes madrileños estaban obligados a llevar señales distintivas sobre el hombro derecho y ropas especiales que les identificasen claramente. No podían tener tiendas fuera de la Morería, y sólo gracias a la insistencia del Concejo ante los Reyes Católicos se pudo suavizar en parte tal prohibición: es el caso de la petición que en 1482 se hizo a los monarcas «en favor de los moros, para que puedan tener sus tiendas, de día solamente, en las plazas desta Villa».

EL EDICTO DE EXPULSIÓN DE 1502

Por real cédula publicada el 12 de febrero de 1502 se ordenó la conversión o el destierro de los mudéjares que vivían en todos los reinos cristianos; la mayor parte de ellos, sobre todo los de posición social media o baja, tuvieron que optar por el bautismo forzado. En Madrid se produjo una conversión en bloque de casi toda la aljama, negociada con el Concejo y aceptada por sus miembros a cambio de no pocos beneficios: exención de impuestos durante diez años, cese de la jurisdicción sobre ellos de la Inquisición, conservación de la casa de bodas, carnicería y cementerio, y mantenimiento de las tiendas que tenían fuera de la morería, al tiempo que se les facilitaban nuevas tiendas en la plaza del Arrabal sin coste alguno durante el primer año. El beneficio que obtendría el Concejo a cambio de ello sería que «no se despueble donde avía personas dellos de ofiçios de albañiles e carpenteros neçesarios al bien desta Villa».

El primero en convertirse, unos días antes incluso de la publicación del edicto, fue un mudéjar alfarero y sus tres hijos; el Concejo, premiando su celeridad y deseando que el ejemplo se extendiera, les obsequió con «paño de Londres morado para capuz e caperuça e sayas e sayuelos e sayo para los hijos». Entre los miembros notables de la comunidad mudéjar de la villa cuya conversión ha quedado documentada se encuentran el alcalde y «maestro de adobar quebraduras» Yuçu Mellado (Juan Zapata a partir de ese momento), los alarifes Abraen de San Salvador (que adoptó el nuevo nombre de Francisco Ramírez), maestre Haçán (llamado a partir de entonces Gonzalo Fernández) y Mahomad de Gormaz (que mudó su nombre a Diego Hurtado).

OFICIOS MUDÉJARES

El colectivo mudéjar madrileño estuvo ocupado mayoritariamente en sectores artesanales: los oficiales más destacados y con una posición económica más desahogada fueron los integrados en el sector de la edificación, que supieron imprimir una impronta peculiar en las obras de la villa, con unas técnicas constructivas que vinieron a convertirse con el paso del tiempo en referencia obligada de la arquitectura madrileña. Pero también hubo entre ellos aceiteros, hortelanos, herreros, caldereros y tundidores.

El alarife mudéjar más notable fue Abraen de San Salvador, que sucedió como alarife de la villa a su padre Abdalla de San Salvador tras el fallecimiento de éste en 1478, y a lo largo de los años compartió el oficio con Mahomad de Gormaz, maestre Yuçuf, Abraen de Gormaz y el cristiano Bartolomé Sánchez. Tuvo a su cargo durante tres décadas las reparaciones de los puentes de Toledo y de Segovia primitivos, la conservación de muros y puertas y todo lo relativo al mantenimiento de las calles y los edificios concejiles; asimismo, realizaba labores de inspección y asesoramiento técnico para el Concejo. Sus casas estuvieron situadas en la Morería Nueva, en la acera de los impares de la calle actual de Cuchilleros. Destacó también maestre Haçán, artífice del hospital de la Latina, construido entre 1499 y 1504.

Como herreros de azada conocemos, entre otros, a Mahomad Toledano, Hamad de Cubas y Hamad de Griñón; seguramente fue este sector de la metalurgia el que concentrara mayor número de artesanos mudéjares.


 

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