Monasterios y ermitas

Además de las diez "parroquias del Fuero" que menciona la carta foral de 1202, todas ellas intramuros del recinto cristiano, y de las dos localizadas en los arrabales (San Ginés y Santa Cruz, existentes casi con certeza ya en el siglo XIII), Madrid dispuso durante la Edad Media de otros establecimientos religiosos. Por una parte, los tres importantes monasterios de San Martín (benedictino, fundado a finales del siglo XI o principios del XII, que también tuvo carácter parroquial), Santo Domingo (convento de religiosas dominicas de principios del XIII) y San Francisco (monasterio de monjes franciscanos, igualmente fundado a principios del siglo XIII).
Y, por otra, aunque ya bastante posteriores cronológicamente, el beaterio de San Pedro el Viejo (1448), el convento de la Visitación (1460), el convento de Santa María del Paso (1464, luego denominado de San Jerónimo el Real) y la ermita de San Lázaro.

MONASTERIO DE SAN MARTÍN

El monasterio benedictino de San Martín fue, con bastante probabilidad, fundación realizada por Alfonso VI tras la ocupación cristiana de la villa, aunque González Dávila, Quintana y otros cronistas lo suponen ya existente en tiempos islámicos en forma de pequeña ermita. Su advocación, San Martín de Tours, parece ponerlo en relación directa con los contingentes francos que se establecieron en Madrid en los años finales del siglo XI.

CARTA DE POBLACIÓN

Lo cierto es que fue Alfonso VII quien concedió, en 1126, la carta de población del Burgo de San Martín o vicus Sancti Martini (seguramente, confirmación de un privilegio fundacional otorgado anteriormente por Alfonso VI), en virtud de la cual se permitió al prior Don Sancho poblar el que luego sería arrabal de San Martín -cronológicamente, el primero de la villa-, extensa zona despoblada localizada extramuros de la puerta de Valnadú, entre las actuales calle del Arenal y plaza de San Martín. El documento confirmaba, también, la donación al priorato de las aldeas de Valnegral (quizá primeramente donada, dos años antes, por Gonzalo Níñez de Obregón, señor de Nogales), Villanueva y Jarama.

La referida carta de población, pues, hacía merced a "D. Iuan Abad de S. Domingo de Silos, y a D. Sancho Prior de S. Martín de Madrid que puedan poblar el barrio de S. Martín (...) conforme al fuero del Burgo de Santo Domingo de Silos, o de Saagún; y que posean para siempre las aldeas de Valnegral, Villanueua y Xarama (...); y que los que poblasen aquel barrio, sean vassallos sujetos del Abad de Santo Domingo y del Prior de San Martín, y no siruan a otro señor (...) y que no sean vezinos de otro lugar, sino que permanezcan siempre en seruicio y potestad del dicho Abad y Prior (...), y que ninguno se atreua a edificar alguna casa dentro deste término sin voluntad del Prior; y que si alguno se quisiese salir a otra parte, venga primero al Prior de San Martín, y diga cómo se quiere ir de su término, y que para esto ha de vender sus heredades y casas, que si las quiere por el tanto que otro diere, las tome (...). Y si el Prior no las quisiere comprar, véndanse a otro, y aquél quede sujeto al Abad de Santo Domingo y Prior de San Martín".

De esta forma, el vicus adquirió total independencia jurídica e incluso física -es posible que llegara a tener cerca delimitadora propia- con respecto a la villa, ejerciendo una autoridad y señorío casi totales sobre su territorio y convirtiéndose en la práctica en una verdadera posesión feudal. La situación, sin embargo, duró no mucho más de un siglo: aunque en 1202 -Fuero de Madrid- seguía todavía vigente, un documento de 1242 menciona ya "la Collación de San Martín", lo que significa que su autonomía había cesado, pasando a convertirse en la undécima colación de la villa, tras las diez correspondientes a las llamadas "parroquias del Fuero". Una de las razones que motivaron la anexión fue, probablemente, la dureza de las cargas que el fuero de San Martín imponía a quienes estaban acogidos a él. Por otro lado, su dependencia de Santo Domingo de Silos duró hasta 1592, en que merced a una bula de Clemente VIII se erigió en abadía independiente, atendiendo a la circunstancia de haberse convertido la villa en asiento definitivo de la Corte; su primer abad fue fray Sebastián de Villoslada. En 1601 se acordó que cada trienio el abadengo pasara sucesivamente de un monje profeso de toda la congregación a uno natural del monasterio madrileño.

EDIFICIO

La primera reedificación importante del monasterio tuvo lugar en 1600, bajo planos del maestro Gaspar Ordóñez. El convento ocupaba la totalidad de la antigua manzana 392 (entre las actuales calles del Arenal, San Martín, Hileras y travesía de Trujillos), quedando la iglesia situada en la parte septentrional de dicha manzana, sobre buena parte del solar de la actual plaza de San Martín. El templo fue demolido en 1809 por José Napoleón, sin que haya vuelto a ser reconstruido. El convento, en cambio, duró en pie hasta 1868, aunque después de la exclaustración de los monjes se utilizó para alojar, sucesivamente, las oficinas del gobierno, la Diputación provincial, la Bolsa, el Tribunal de Comercio, la Junta de Sanidad, y diversas dependencias de la Guardia Civil. Su estado, pues, llegó a ser lamentable, como atestiguan las palabras del cronista Mesonero Romanos, escritas siete años antes de su derribo: "(...) trastocado en su fachadas, mutilado en sus torrecillas y portadas, dividido y subdividido en sus patios, escaleras, claustros y habitaciones interiores (...), ha habido momentos en que se le ha declarado ruinoso y mandado su demolición (...) y otros en que se han gastado considerables sumas en pintar y decorar sus fachadas y en reformar su interior". Cuando fue demolido el templo, la parroquialidad se trasladó a la cercana iglesia del convento de Portacoeli (entre las calles de Luna y Desengaño). Más tarde, sobre su solar y el del monasterio se construyó (1870) el edificio de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid y se abrió la calle de Francisco Piquer.

COFRADÍAS

En este convento existió la Archicofradía Sacramental de San Martín, con ordenanzas establecidas en 1250, a la que se unieron en 1850 las Sacramentales de San Ildefonso y de San Marcos. Según la tradición, fueron precisamente sus cofrades quienes defendieron a Fernando III y a la reina madre doña Berenguela cuando éstos, aposentados en el propio monasterio, sufrieron el cerco y acoso de don Álvaro de Lara y sus hombres, en 1217; varios monjes y cofrades murieron en el episodio. También tuvo su sede en esta parroquia de San Martín la Congregación del Espíritu Santo y Nuestra Señora del Buen Alumbramiento.

CAPILLAS

- CAPILLA DE NUESTRA SEÑORA DE LA ENCARNACIÓN, fundada en 1538 por Alonso Gutiérrez, contador mayor de Carlos I y miembro de su Consejo real, y su esposa doña María de Pisa. Sus fundadores fueron enterrados en el presbiterio de la capilla, bajo dos suntuosos sepulcros de alabastro.
- CAPILLA DE ALONSO MURIEL Y VALDIVIESO: Era la capilla mayor, fundada y dotada en los primeros años del siglo XVII por Alonso Muriel, señor de Torrejón del Rey y secretario y consejero de Felipe III. En su presbiterio fueron enterrados su fundador y su esposa, Catalina de Medina.
- CAPILLA DEL CRISTO DE LOS MILAGROS, situada junto a la capilla mayor.
- CAPILLA DE LOS CÓRDOBA, fundada y dotada por Pedro de Sotomayor, situada a la derecha junto al altar mayor.

IMÁGENES

Además de San Martín, santo titular del monasterio, recibieron culto en él las siguientes imágenes:
- VIRGEN DE VALVANERA, propia de la Congregación de naturales de la Rioja, que se ubicó inicialmente (1684) en la capilla de la Encarnación, y posteriormente fue trasladada a la parroquia de San Ginés.
- VIRGEN DE LOURDES
- NUESTRA SEÑORA DE MONSERRAT, con capilla propia en la que recibió sepultura doña Magdalena de Aragón, princesa de Melito.
- SANTO CRUCIFIJO, donación en 1570 de fray Pedro Rodríguez, monje del convento.


MONASTERIO DE SAN FRANCISCO

El monasterio de San Francisco fue fundado alrededor de 1217 por el propio santo de Asís, en un terreno ofrecido por los vecinos de la villa, "fuera del lugar sobre el río a la parte de Mediodía, cerca de la Puerta de Moros"; junto a él había una pequeña fuente entre dos álamos, que llegó a ver Quintana, así como una pequeña ermita, según recoge Álvarez y Baena. Esta localización era la misma que mantiene hoy día la iglesia, al final de la carrera de San Francisco. El santo construyó allí "vna pequeña choza para habitación suya y de sus compañeros", utilizando para ello "el barro que pudo hazer del suelo, ayudado con el agua de la fuente"; algún tiempo después el mismo San Francisco labró el "quarto viejo", que habría de durar hasta el siglo XVII. 

Hay constancia de que durante los siglos XV y XVI el Concejo madrileño daba a los monjes franciscanos una limosna anual, seguramente instituida en tiempos remotos. En 1408 Juan II confirmó tal privilegio, ordenando a la villa satisfacer todos los años a este monasterio de San Francisco y al de Santo Domingo las cantidades de dos mil y siete mil maravedís, respectivamente, que se habrían de tomar del impuesto de la martiniega. Durante la segunda mitad del siglo XV y primeras décadas del XVI, su importe ascendió hasta los tres mil maravedís, confirmados en 1523 mediante provisión del Consejo Real, "así por muchas buenas obras que dellos se resciben por sus ánimos e conciencias, como por el cuidado que tiene el dicho monesterio de predicadores, que ansí en él como en las perrochas de la dicha villa predican muchas vezes, especialmente en el tienpo de la Quaresma".

Izquierda: Dibujo de Wyngaerde. Derecha: Plano de Texeira.

EDIFICIO

El "quarto viejo", como hemos dicho, la fuente y la ermita inicial duraron hasta el siglo XVII, sin más reparaciones documentadas en el resto del edificio que la renovación en 1617 de la iglesia, que había llegado a alcanzar un total de veinticinco capillas y cuarenta y un altares. El templo, en sus orígenes, pudo ser h3n pequeño edificio de nave única con capillas laterales entre los contrafuertes, con techumbre de madera y bóveda de crucería en el ábside. No obstante, es razonable pensar que durante estos siglos se ampliara bastante el convento, pues ya en tiempos de González Dávila (tercera década del siglo XVII) se alojaban en él 170 religiosos; Quintana, algo más prudente, aseguraba una capacidad de "más de cien Conuentuales, sin muchos huéspedes que de la mayor parte del mundo vienen a él a negocios a la Corte".

Siglo y medio después se decidió demoler el antiguo templo, por lo que en agosto de 1760 se trasladó el Santísimo a la cercana capilla de la Venerable Orden Tercera. Tras derribarse la iglesia, capillas y claustro (y con la consiguiente desaparición de cerca de cuarenta enterramientos y panteones de las más ilustres familias de Madrid), se comenzó la reedificación en noviembre de 1761, según proyecto del hermano lego fray Francisco Cabezas. Fue sucedido en 1770 por el arquitecto Antonio Plo, y luego, finalmente, por Francisco Sabatini, que reconstruyó también el convento. Una vez concluida la obra, que es la que dura hasta nuestros días, se reintegró el Santísimo Sacramento a su ubicación inicial el 7 de diciembre de 1784.

Durante la guerra de la Independencia sufrió enormes destrozos, y la desamortización de Mendizábal (1836) supuso la expulsión de los franciscanos, tras lo cual el convento se destinó a cuartel, quedando el templo en el abandono más absoluto. Tras convertirse en 1837 en Panteón de Hombres Ilustres, se devolvió a los franciscanos en 1926, y fue elevado a la categoría de basílica en 1963. Se ha restaurado entre 1972 y 2001, habiendo permanecido cerrado al público durante esas tres décadas.

ENTIERROS

Doña Juana, esposa de Enrique IV, se recluyó en este monasterio en los últimos años del reinado de su marido, habitando "vn cuarto que caía sobre la portería vieja del Conuento, teniendo sus ventanas con su enrejado de yeso que caían debaxo del Coro a la Iglesia"; allí falleció el 13 de junio de 1475, siendo enterrada "al lado del Euangelio del Altar mayor, donde los Reyes Católicos (...) la hizieron labrar vn magnífico y rico Mauseolo de alabastro blanco fino con el bulto de la Reyna labrado". Fue también lugar de sepultura, en 1434, de Enrique de Villena, descendiente natural del rey Enrique II. Y al pie de las gradas del altar mayor tenían su entierro los Zapata de la casa de San Justo.

CAPILLAS

- CAPILLA DE CLAVIJO: Fue labrada por Ruy González de Clavijo, notable embajador madrileño en la corte del Tamorlán, y en ella fue enterrado tras su fallecimiento el 2 de abril de 1412; la sepultura estaba en el centro de la capilla, "adornada de vn túmulo de alabastro fino con su figura". El sepulcro se mudó en 1573 a la entrada de la capilla "por la parte de afuera"; en 1580, debido a que "hazía estoruo al entrar y salir della", se trasladó bajo el púlpito; y terminó por desaparecer en 1617, con motivo de la renovación del templo.
- CAPILLA DE LUJÁN: La comenzó a edificar Pedro de Luján, camarero de Juan II, que murió en 1472; fue terminada por su hijo Juan de Luján "el Bueno", maestresala de los Reyes Católicos. En ella recibió sepultura su fundador Pedro de Luján (con bulto de alabastro que permaneció allí hasta 1760) y sus dos esposas, Isabel de Aponte e Inés de Mendoza y Bracamonte. Era la primera capilla al lado de la epístola del altar mayor.
- CAPILLA DE LUZÓN: Era la segunda del lado de la epístola, y quedaba contigua, por lo tanto a la de Luján. Fue fundación de Pedro de Luzón, tesorero y maestresala de Juan II, para entierro suyo y de sus descendientes. En ella se veneraba una imagen de la Concepción tallada en las Indias.
- CAPILLA DE SAN ONOFRE: La fundó Francisco Ramírez de Orena "el Artillero", esposo de Beatriz Galindo, con motivo de su victoria en el cerco de Málaga (1487): al decir de la tradición, ésta se consiguió gracias a la aparición de San Onofre, que indicó a Francisco dónde había de situar la artillería.
- CAPILLA DE VARGAS: Era la primera del lado del evangelio, y la fundó (o restauró) en 1459 Diego de Vargas, regidor de Madrid. Tanto él como su esposa María Alfonso de Medina y Velasco recibieron allí sepultura, y a sus "bultos de piedra en acción de orar" fueron uniéndose los de su hijo el licenciado Francisco de Vargas (que la reedificó en 1510), la esposa de éste, Inés de Carvajal, y otros siete descendientes, entre los que se encontraba Francisco de Vargas Vivero, alcaide del alcázar madrileño durante las primeras décadas del siglo XVI.


MONASTERIO DE SANTO DOMINGO

El monasterio de Santo Domingo fue fundado hacia 1218 por cuatro religiosos, compañeros de Santo Domingo de Guzmán, en "vn sitio fuera de la puerta de Balnadú (...), que por ser despoblado, pareció a propósito para su recogimiento, y por estar cerca del pueblo, lo era también para comunicarlos y gozar de su doctrina", entre las actuales cuesta de Santo Domingo, costanilla de los Ángeles, calle de los Caños del Peral y plaza de Isabel II. Hay cronistas que afirman que fue el propio santo quien visitó la villa y trabajó con sus manos en la construcción del edificio. A los pocos años (con posterioridad, sin duda, a 1219, pues Quintana vio documento de tal fecha en el que se mencionaba a "los freires de aquesta orden") se mudó en monasterio de monjas, permaneciendo con ellas un confesor "que quedaba en su guarda" y dos o tres religiosos para predicar por la tierra madrileña. Al parecer, esta mudanza se realizó "con grande aplauso y satisfación del pueblo, por ser raríssima cosa en Castilla Congregación de mugeres". Las religiosas tomaron la regla de San Agustín.

Afirma González Dávila que éste ha sido siempre un convento muy venerado en toda España, pues "quando se auía de fundar alguno de religiosas deste santo hábito, lleuauan Religiosas desta santa Casa por Maestras de la nueua planta, y quando se quería encarecer la clausura de algún Conuento, se dezía como en Prouerbio: «Es como el de las dueñas encerradas de Santo Domingo de Madrid»".

EDIFICIO

No ha quedado constancia del edificio inicial en el que principió la fundación, pero sí del que, inmediatamente después, labraron las monjas. Se trataba de una "casilla pobre" a la que se acompañó de una reducida "iglesia, casi ermita", un "dormitorio donde todas las Religiosas estuuiessen sin diuisión de atajos o de alcobas", y unas "oficinas para el seruicio de la casa, con redes y tornos". Había, también, "vn pozo de buena agua (...) para remedio de enfermedades, de que sanan los enfermos beuida con fee y deuoción".

En 1258, treinta y seis años después de la muerte de su fundador, se edificó un nuevo monasterio, "de obra muy suntuosa"; en 1399 se construyó el atrio de la iglesia, a expensas de don Alonso de Castilla, biznieto del rey don Pedro, y durante el reinado de Felipe II se restauró el coro, según planos de Juan de Herrera. Su iglesia y capilla mayor fueron renovadas en 1612, a instancias de Felipe III, que aportó treinta mil ducados para ayuda de la obra. Durante la guerra de la Independencia se utilizó el edificio como cuartel de los franceses, lo que supuso la destrucción de su archivo; en la revolución de 1868, La Gloriosa, fue saqueado y finalmente demolido.

PRIVILEGIOS

Desde su constitución, los donativos y limosnas de particulares que recibió la congregación fueron cuantiosos, habiéndose de añadir a ellos los privilegios y mercedes que los propios monarcas le otorgaban. Entre otros, están documentados los siguientes:

- 1219: Yago Mames y su mujer Mari Esteuan hacen donación de su "casa de san Iulián de Valsalobral a la orden de la Predicación, e assí la damos con dos yugos de bues bien aparejados con toda su heredat (...) e con sus casas, e con entradas, e con exidas, e con agua, e con pasturas (...) e con cien cabras e treinta y cinco ouejas, e con dos bacas paridas e dos nouiellos, e con vna asna parida".
- 1226: Reciben una cuantiosa donación de Gil, clérigo presbítero natural de Guadalajara.
- 1228: Fernando III toma al monasterio bajo su real protección ("Sepades que yo recibo en mi encomienda y en mío defendimiento la casa de Santo Domingo de Madrid, e las Sorores y los faryles que y son"). Posiblemente fuera éste el origen de la denominación Santo Domingo el Real con que se le ha venido conociendo, aunque no la hemos visto documentada sino a partir de 1488.
- 1229: El mismo monarca le dona "vna guerta suya, que llamauan de la Reyna"; denominada también "huerta de Alvega", no es seguro que coincida con la luego famosa "de la Priora".

De tal modo que, durante el reinado de Fernando III, los consejeros del rey propusieron poner límites a tal situación, ordenando por ley "que las Monjas no pudiessen heredar a sus padres, ni parientes, ni dellos ni de otros pudiessen recibir por vía de limosna, ni donación, ni legato, ni testamento, ni por otro título gracioso ni oneroso cosa alguna". Hubo de intervenir el Papa, que amparó a las religiosas mediante una bula expedida en marzo de 1237: "el Rey don Fernando (...) recibió la amonestación del Pontífice, y lo cumplió luego, y esso mismo hizieron sus hijos y nietos". En consecuencia, las mercedes a favor del monasterio continuaron produciéndose sin impedimento alguno:

- 1242: Doña Olalla toma el hábito, entregando como dote al monasterio el lugar de Rejas.
- 1295: El rey Sancho IV les concede que las "mill e quinientas vacas e cinquenta yeguas e mill oveias e quinientos puercos de las duennas del monasterio de sancto domingo de madrit e los su ommes e sus pastores anden saluos e seguros por todas las partes de nuestros Regnos e pascan las yerbas e beban las aguas asy como los nuestros mismos".
- 1408: Se le otorgan siete mil maravedís de la martiniega, contribución anual que recaudaba el Concejo el día de San Martín.
- 1425: El monasterio recibe de doña Mencia García de Ayala, esposa de Ruy Sánchez Zapata, una herencia de mil cuatrocientos maravedís.
- 1478: Los Reyes Católicos conceden diez mil maravedís al monasterio para la celebración anual de la fiesta de la Concepción.
- Y durante el siglo XV, en fin, dispondrán de treinta excusados, personas a su servicio que por privilegio estaban exentos de pechos municipales, lo cual fue motivo de más de un conflicto con el Concejo, pues al parecer el monasterio escogía para ello a "los más ricos, y aquello es en prejuizio de los otros pecheros de la dicha villa y tierra".

ENTIERROS

- PEDRO I: El 24 de marzo de 1444, la priora doña Constanza, nieta del rey Pedro I, dispuso el traslado a este monasterio de los restos del monarca castellano, depositados hasta entonces en la Puebla de Alcocer; "fueron puestos en medio de la Capilla mayor en un sumptuoso entierro, con un bulto de mármol". Por deferencia hacia él, los reyes posteriores nombraban un guarda mayor del sepulcro, que había de ser "fidalgo y noble". Tras ser renovado el templo en 1612, el cadáver se mudó sucesivamente a una hornacina del lado del Evangelio, a la cripta del convento y al coro, junto al sepulcro de doña Constanza. Cuando se derribó el edificio en 1869, los restos del monarca se salvaron milagrosamente: avisado de la demolición, el erudito y arqueólogo Juan de Dios de la Rada y Delgado llegó corriendo al templo, y "encontró sentado en el coro a un operario del derribo, que tenía sujeta entre las piernas la calavera de D. Pedro de Castilla, y con unas tenazas de carpintero forcejeaba para arrancarle muelas y colmillos". A instancias suyas, los huesos del monarca y los de su nieta se trasladaron al Museo Arqueológico, de donde se mudaron de forma ya definitiva a la catedral de Sevilla.
- OTROS ENTIERROS: Además del ya comentado, este monasterio de Santo Domingo ha sido lugar de enterramiento de otras personas notables. Las más antiguas de ellas, al decir de la tradición, fueron un hermano y dos sobrinos del propio Santo Domingo. También, la infanta doña Berenguela (m. 1300), hija del rey Alfonso X, que recibió sepultura en el coro de la iglesia; con motivo de un traslado a otro lugar del templo, encontraron su "cuerpo entero y vestido de vna aljuba de brocado azul". De igual modo, fue enterrada en el coro en 1310 la infanta doña Constanza, hija de Fernando IV, fallecida con tan sólo dos años de edad. Y, finalmente, doña Constanza de Castilla (m. 1478), nieta del rey don Pedro I, que fue priora de la casa.

CAPILLAS

- CAPILLA DE LOS CASTILLA: Fue fundada por Pedro de Castilla, gobernador de Toledo durante el reinado de los Reyes Católicos e hijo natural de Pedro de Castilla, Obispo de Palencia, por estar allí enterrado el rey Pedro I, su bisabuelo.
- CAPILLA DE LOS BARREDA: La fundó Pedro Barreda, capitán de caballos de Carlos I, para entierro suyo y de sus descendientes, "en cuya muerte dizen se tocaron las campanas (...) sin tocarlas".

IMÁGENES Y RELIQUIAS

Aseguran los cronistas que las religiosas llegaron a venerar en el monasterio hasta quince imágenes de la Virgen, todas ellas "de singular deuoción". Una de las iniciales fue Nuestra Señora de las Piedras; bastante posterior, ya del siglo XVII, fue Nuestra Señora de las Nieves. Además de estas imágenes, se veneraba en el monasterio una espina de la corona de Cristo. Y, según algunos cronistas, también recibió culto en Santo Domingo la Madona de Madrid, luego trasladada al convento de dominicas de la calle Claudio Coello.


OTRAS FUNDACIONES RELIGIOSAS

RECOGIMIENTO DE BEATAS DE SAN PEDRO EL VIEJO

En 1448, doña Marina Mexía, esposa del alcaide madrileño Francisco de Ávila, fundó un beaterio bajo la regla de San Jerónimo y la advocación de la Concepción de Nuestra Señora, para acoger en él a seis mujeres "hijasdalgo", que habrían de vivir con "grande exemplo de virtud, honestidad y recogimiento". Estuvo situado, en palabras de Quintana, "como van de la Iglesia de San Pedro a la casa donde al presente viue el Nuncio de su Santidad, vn poco más adelante a la misma acera", en una casa comprada con tal motivo por Rodrigo de Vargas; posiblemente se tratase de la actual calle del Nuncio, a la altura de los números 5 a 9, en una finca acaso colindante con la hipotética iglesia de San Pedro el Viejo, de la que tomaron el nombre. Los lunes y sábados de cada semana, los curas de la muy próxima parroquia de San Pedro oficiaban misa en el recogimiento. En 1512 las beatas pasaron a profesar la orden de San Francisco, trasladándose entonces al monasterio de la Concepción Francisca, fundado por doña Beatriz Galindo en la manzana comprendida entre la plaza de la Cebada, calle de Toledo y Cava Alta, junto al hospital que llevó su nombre.

MONASTERIO DE LA VISITACIÓN O SANTA CLARA

Este monasterio de religiosas franciscanas fue fundación, en 1460, de doña Catalina Núñez, esposa de Alonso Álvarez de Toledo; su fundadora, tras enviudar, obtuvo la licencia papal para el establecimiento conventual, lo dotó y puso por única condición "que no se pudiessen apartar jamás de la obseruancia regular, reseruando para si y los sucessores de su casa el derecho del patronazgo perpetuamente". Catalina Núñez, tras fallecer en 1472, fue enterrada en la capilla mayor. También tuvieron capillas en el templo del convento los Cuero (capilla de Santa Catalina) y los Vargas Mejía (capilla de San Juan).

El edificio, colindante con la iglesia de Santiago, ocupaba la práctica totalidad de la manzana 429 (entre las calles actuales de Santiago, Vergara, Santa Clara y plaza de Santiago), sobre las que fueron casas de su fundadora. En 1581 se ensanchó la muy corta "calle que va de la iglesia de Santiago a la de San Juan", lo que obligó a reedificar parte de la clausura, y en 1619 se labró la portería. El convento fue demolido durante la invasión francesa; las religiosas se trasladaron al monasterio de la Concepción Francisca, y tras diversos destinos fuera de la villa regresaron a Madrid, instalándose en el de las Comendadoras de Calatrava. Sobre su solar se abrió la calle de la Amnistía.

CONVENTO DE SANTA MARÍA DEL PASO

Fue fundado por Enrique IV, con motivo de las fiestas que organizó en 1463 don Beltrán de la Cueva para recibir y agasajar al embajador del duque de Bretaña; el llamado Paso Honroso ("justa defendiendo vn passo a la vsanza antigua") se celebró en la margen izquierda del Manzanares, aguas arriba de la actual ermita de San Antonio de la Florida, seguramente en la parte baja del actual parque del Oeste. El monarca castellano, satisfecho, ordenó levantar en aquel mismo lugar, en memoria del acontecimiento, un monasterio de frailes jerónimos que tomó el título de Santa María del Paso y fue dedicado a la Natividad de Nuestra Señora. La construcción del edificio terminó en 1464, y a él se trasladaron siete religiosos del convento de Nuestra Señora de Guadalupe. El año siguiente, 1465, el monarca decidió cambiar su nombre por el de San Jerónimo el Real, pero aunque los frailes consintieron en ello, continuó denominándose de Santa María del Paso hasta su traslado al emplazamiento definitivo; de hecho, en dos cartas de las Letras de Hernando del Pulgar (1500) todavía se menciona al monasterio como "de s. hyerónimo de la villa de madrit que se llama del paso". En aquel su emplazamiento inicial, el monasterio dispuso de colmenar, molino, prado, viña, lavadero y diversas plantaciones, entre ellas un melonar que fue motivo de conflicto con el Concejo, pues ocupaba un ejido comunal. Así mismo, está documentado el "camino que va de Valnadú al paso", que discurría a través de la posterior montaña del Príncipe Pío.

- TRASLADO DEL CONVENTO: Tuvo lugar en 1503 (aunque las noticias de los preparativos iniciales datan de un año antes), "por ser el sitio (inicial) muy enfermo a causa de estar cerca del río puesto en lo llano", hasta el punto de no "auía nadie que quissiesse tomar el hábito por no poderse habitar la casa sin notable riesgo de la salud, y peligro de la vida". Con la autorización de los Reyes Católicos, pues, el convento se trasladó al que habría de ser su emplazamiento definitivo, en el actual paseo del Prado, lugar que no recibió más que alabanzas, pues "goza de buenos ayres, dentro tiene abundancia de agua, grande y espaciosa huerta, cielo abierto, y apacibles y deleitosas vistas, distante de la Villa en buena proporción". En pocos años, toda aquella zona se convirtió en paseo favorito de los madrileños, viniéndose a denominar Prado de San Jerónimo. La nueva iglesia (gótica, de una sola nave, con capillas entre los contrafuertes y con un aposentamiento real adosado a su fachada septentrional, donde se retiraban los reyes a escuchar los oficios divinos) se concluyó en 1505, subsistiendo en la actualidad sólo las bóvedas. Cuando los monarcas se aposentaban en el sitio del Buen Retiro, esta iglesia se convertía en Capilla Real. En ella se celebran, desde Felipe II, las juras de los Príncipes de Asturias. El convento fue destruido por los franceses en la primera década del siglo XIX.

ERMITA DE SAN LÁZARO

Fue, con toda probabilidad, aneja al hospital del mismo nombre, pero figura documentada específicamente como tal ermita desde 1486; era atendida, según las circunstancias, por una santera, un ermitaño o un clérigo. Estaba situada en la ladera septentrional del barranco de San Pedro, bajo la puerta de la Vega y frente a la embocadura de la actual calle de Valliciergo.



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